En el marco del proyecto 4Cities4Dev, la comunidad del Baluarte de la vainilla de Mananara, en Madagascar, está apoyada por la ciudad de Riga. Una delegación de la ciudad visitará el Baluarte en 2012 y algunos miembros de la comunidad acudirán al evento previsto por el proyecto en Riga en augusto de 2012.
BALUARTE SLOW FOOD DE LA VAINILLA DE MANANARA
El Baluarte se creó en colaboración con la ONG Intercoopération, la empresa Dec (Developement Environmental Consultant) y la Angap (Association Nationale pour la Gestion des Aires Protégées Malgaches). Gracias al apoyo del Baluarte, los 900 productores se han organizado en cooperativa y trabajan para mejorar las técnicas de cultivo y elaboración, así como promover la vainilla en el mercado.
La ubicación de Mananara y la existencia de la Reserva han contribuido a conservar el estilo tradicional de la producción, pero a la vez han dificultado las posibilidades de venta, limitándola a los distribuidores locales. A pesar de que la vainilla sea una de las especias más preciadas en el mundo, los cultivadores reciben habitualmente solo una pequeñísima parte de su valor de mercado. Creando una cooperativa y facilitando la certificación y la venta directa de los productores, el Baluarte quiere garantizar a los mismos un mayor margen de ingresos, que se reinvierta en la comunidad local.
Además, este proyecto tiene una importante consecuencia medioambiental: Madagascar posee una extraordinaria riqueza en biodiversidad y los productores de vainilla viven en uno de los pocos parques naturales del país. Apoyando el cultivo tradicional, que tiene un impacto muy bajo (al contrario de otras producciones agrícolas relacionadas con la técnica destructiva de "talar y quemar"), el Baluarte promueve una forma de agricultura sostenible y protege el territorio.
Desde 2005 la vainilla de Mananara está certificada como ecológica por Ecocert, según las normativas Cee y Us-Nop y el certificado Biosuisse desde 2006. Además, a partir de 2007 el producto recibió la certificación del comercio justo (Fair trade, Masx Haveelar) por Flo Cert. Después de estas certificaciones, la cooperativa ha podido financiar unos micro-proyectos infraestructurales logrando conectar entre sí las aldeas de la zona.
INFORMACIÓN
Los primeros en utilizar la vainilla fueron los Aztecas (y hoy en día esta especia sigue cultivándose en las selvas tropicales de América central), pero una de las mejores producciones del mundo se encuentra en Madagascar, muy lejos de su zona de origen. Introducida en la isla por los colonos franceses en 1840, la vainilla encontró un suelo fértil en las húmedas selvas pluviales del norte y se hizo inmediatamente célebre con el nombre de vainilla Bourbon gracias a su aroma intenso y las claras notas de ciruela, frutos secos y clavos de olor.
Actualmente Madagascar produce más de las dos terceras partes de la vainilla mundial y todos los cultivos se concentran en la región húmeda del norte. Paulatinamente, los cultivos en el corazón de la selva y a la sombra de árboles de tronco alto fueron sustituidos por plantaciones más grandes, pero en la Reserva de la Biosfera Mananara Norte (creada por la Unesco y Angap en el extremo nororiental de la isla) muchos campesinos siguen utilizando la técnica tradicional, trabajando pequeñas parcelas con 20-40 plantas cada una.
Las orquídeas de la vainilla se cultivan en remotas aldeas diseminadas en la Reserva que están comunicadas con el puerto por senderos que se pueden recorrer solo andando. La Vanilla planifolia es una planta trepadora de tallos verdes y gruesas y hojas que se parecen al cuero.
Los capullos se polinizan a mano con un palillo o una pequeña pinza. Después de la polinización, las flores se convierten en largas cápsulas de color verde claro, inodoras y llenas de semillas, similares a las vainas de las alubias frescas. Los frutos todavía verdes se sumergen en agua caliente, se tapan y se dejan en un lugar templado durante dos o tres semanas.
Así se vuelven negros y suaves, adquiriendo un aroma intenso. Por último, las bayas se envuelven en paños de lana y se guardan en casa, al calor y en un sitio elevado. Así las bayas pierden su humedad y algunas enzimas endémicas liberan el principal componente aromático de la vainilla: la vainillina.
Durante esta fase crucial, que dura de cinco a seis semanas, cada día las mujeres frotan las bayas una por una con los dedos, para limpiarlas y volverlas lisas y elásticas.
Los vídeos de 4cities4dev sobre los Baluartes Slow Food
Yogur con ceniza de los Pokot – Kenia
Café silvestre de la selva de Harenna - Etiopia
Cuscús salado de mijo de la isla de Fadiouth - Senegal
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